Shai Gilgeous-Alexander es el líder del campeón de la NBA, Oklahoma City Thunder, y MVP en ejercicio de la NBA. Entre sus rivales por la hegemonía en la liga se cuentan Luka Doncic, en los mediáticos Lakers, y Nikola Jokic, siempre y cuando Denver Nuggets sepa rehacer en torno a él un equipo campeón. Cerca de la cumbre, sino en ella misma, habita Giannis Antetokounmpo, pendiente de saber si seguirá en Milawaukee o no. Y en la recámara del futuro inmediato, Victor Wembenyama y Alperen Şengün apuntan alto. No son, ni mucho menos, los únicos, pero apuntan alto.
El exjugador de Duke será, salvo sorpresa mayúscula, el número 1 en la selección de la madrugada del jueves y jugará en Dallas Mavericks
Shai Gilgeous-Alexander es el líder del campeón de la NBA, Oklahoma City Thunder, y MVP en ejercicio de la NBA. Entre sus rivales por la hegemonía en la liga se cuentan Luka Doncic, en los mediáticos Lakers, y Nikola Jokic, siempre y cuando Denver Nuggets sepa rehacer en torno a él un equipo campeón. Cerca de la cumbre, sino en ella misma, habita Giannis Antetokounmpo, pendiente de saber si seguirá en Milawaukee o no. Y en la recámara del futuro inmediato, Victor Wembenyama y Alperen Şengün apuntan alto. No son, ni mucho menos, los únicos, pero apuntan alto.
Todos los jugadores anteriormente mencionados explican la relevancia del Draft de 2025 (comienza a las 2.00 h del jueves, hora española) y de su más que probable número 1, Cooper Flagg. Ninguno de los jugadores del párrafo anterior es estadounidense. Cooper Flagg (Newport, Maine, nacido en 2004) sí lo es, y sobre sus hombros ya pesa el devolver a los jugadores estadounidenses a la cima individual del deporte que inventaron —aunque lo inventara un canadiense—.
Mike KrzyzewskiExentrenador de la Universidad de Duke
Flagg, un alero de 2,03 que cumplirá 19 años en diciembre, no solo ha llamado la atención por su campaña 24/25 en Duke. Su salto a la famas llegó hace poco menos de un año. En un partido de preparación de los JJ.OO. de París, ante el equipo estadounidense que se haría con el oro, Flagg con apenas 17 años y medio, compitió por encima de lo esperable. No solo por sus 19 puntos y 11 rebotes en 25 minutos ante un equipo cuajado de estrellas de la NBA, sino por su ausencia de miedo. No dudó en retar a Anthony Davis en el perímetro, en pelear en potencia con Bam Adebayo y en enfrentarse en el poste a Jrue Holiday. Esa ausencia de respeto —o quizá mejor ese descaro— es lo que se espera de él a la hora de medirse a los mejores del mundo en la NBA, en un escenario en el que mejores del mundo ya no se traduce por estadounidenses.
La era post Lebron James
Con Lebron James en los 40 y con Curry, Durant o Harden dejando atrás los 35, de los estadounidenses en activo en la NBA solo Anthony Edwards parece cumplir con todos los requisitos que se le suponen a un jugador capaz de cargar con el peso de una liga… Y de un país. “Cooper es único: muy fuerte, atléticamente dotado, con actitud competitiva”, ha dicho de él Mike Krzyzewski, histórico técnico de Duke y del Team USA. James ve en él un “jugador de primer nivel”. Y Carmelo Anthony se apunta a la definición del jugador que “no destaca en nada pero es bueno en todo”.
La estadística hace buena la frase de Melo. Esta temporada en la NCAA, Flagg ha destacado en la valoración PER. Esta estadística de eficacia valora como superestrella al que supera los 25 puntos en la misma. Flagg cerró el año en 30,4.
Doncic, el rival de Flagg en la memoria de los aficionados de Dallas.
RON JENKINS / AFP
Todo a favor en Dallas
Salvo movimientos en el largo mercado estival, nunca descartables, Flagg aterrizara en un equipo, Dallas Mavericks, que carece de un jugador de su perfil y cuya plantilla invita más al presente que a la potencialidad.
En Dallas le esperan Anthony Davis y Kyrie Irving, Klay Thompson y Derek Lively. Y una franquicia huérfana de estrella —aún se comenta el traspaso, incomprensible, de Luka Doncic— que busca un líder, con una plantilla sin un alero dominante en la que un jugador de un perfil que no solo suma, sino que multiplica, puede encajar como anillo al dedo.
Paradójicamente, Dallas Mavericks ha sido históricamente uno de los equipos más abiertos al baloncesto internacional. Ya en 1985 apostó. Con distinto éxito, por los alemanes Schrempf y Blab. La cara histórica de la franquicia es también alemana, la del legendario Dirk Nowitzki. Con la salida de Doncic, Flagg devolverá la bandera americana al corazón de Texas. Y, tal vez, al corazón del propio baloncesto.
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