La presidencia de la Conferencia Episcopal española pide la convocatoria de elecciones anticipadas y sugiere que el rey intervenga para propiciarlas. El episcopado español, una parte del episcopado español, para ser más precisos, ha decidido regresar a los tiempos en los que el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid, se situaba en primera línea de la oposición política en España. Estamos ante una significativa novedad que rompe con el reiterado mandato del papa Francisco de mantener a la Iglesia católica alejada de los combates políticos convencionales. La presidencia del episcopado español parece querer poner a prueba los criterios de León XIV, que aún está ajustando los pilares del nuevo pontificado. Estamos ante una incursión política de notable significado. La jerarquía católica toma partido y pide veladamente al rey Felipe VI que actúe contra el Gobierno.
La presidencia de la Conferencia Episcopal pide elecciones y sugiere al Rey que actúe
La presidencia de la Conferencia Episcopal española pide la convocatoria de elecciones anticipadas y sugiere que el rey intervenga para propiciarlas. El episcopado español, una parte del episcopado español, para ser más precisos, ha decidido regresar a los tiempos en los que el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid, se situaba en primera líneas de la oposición política en España. Estamos ante una significativa novedad que rompe con el reiterado mandato del papa Francisco de mantener a la Iglesia alejada de los combates políticos convencionales. La presidencia del episcopado español parece querer poner a prueba los criterios de León XIV, que aún está ajustando los pilares del nuevo pontificado. Estamos ante una Incursión política de notable significado. La jerarquía católica toma partido y pide veladamente al rey que actúe contra el Gobierno.
Rouco llegó a ningunear a Mariano Rajoy, jefe de la oposición entre 2004 y 2011, al que la emisora episcopal, cadena Cope, calificaba a diario de “maricomplejines”. Regresan los tiempos del ardor político de la jerarquía católica. Es la primera vez que una instancia social de peso en España inmiscuye al rey en la actual crisis política del país. El Partido Popular en ningún momento ha pedido al jefe del Estado que fuerce la dimisión del presidente del Gobierno. El PP pide la dimisión de Pedro Sánchez y le está dando vueltas a la presentación de una moción de censura. En la sesión de control del pasado miércoles en el Congreso, Alberto Núñez Feijóo dijo que no presenta la moción de censura porque le faltan cuatro votos para ganarla. Vox, que emplea un lenguaje durísimo contra Pedro Sánchez y el PSOE, tampoco ha inmiscuido al rey en la actual situación, de momento. Es significativo el paso que acaban de dar la presidencia del episcopado y su portavoz. El actual presidente de la CEE es el arzobispo de Valladolid, Luis Argüello. Desempeña las funciones de portavoz, César García Magán, obispo auxiliar de Toledo.
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Argüello ya avanzó esa toma de posición en una entrevista publicada el pasado domingo por el diario ABC, posición ayer reafirmada por el portavoz. César García Magán fue el que introdujo ayer la alusión al rey: “Hay que levantar el horizonte y buscar ese bien común de la sociedad para salvar el sistema, y ese bien común está por encima de los intereses tacticistas o de intereses electoralistas; ahí está la equilibrada función que prevé la Constitución para la corona, para el jefe del Estado”. El artículo 115 de la Constitución española dice lo siguiente: “El presidente del Gobierno, previa deliberación del Consejo de Ministros, y bajo su exclusiva responsabilidad, podrá proponer la disolución del Congreso, del Senado o de las Cortes Generales, que será decretada por el rey. El decreto de disolución fijará la fecha de las elecciones”. Consciente o no de ello, la presidencia de la Conferencia Episcopal está proponiendo que el rey fuerce la Constitución para provocar un cambio político en España.
“Hay que salvar el sistema”. Estamos ante un pronunciamiento insólito de la Iglesia católica, que jamás se había pronunciado en estos términos desde la restauración de la democracia en 1977. El pronunciamiento del portavoz episcopal se produjo al término de la reunión de la comisión permanente de la CEE, que no emitió texto alguno sobre la situación política en España. Fue una comunicación verbal a la prensa que tenía como objetivo reafirmar las palabras de Argüello en el diario ABC. No se trata, por tanto, de una posición colegiada del episcopado español. El cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona y anterior presidente de la CEE, no pudo participar en la citada reunión de la comisión permanente por hallarse en Roma participando en una sesión de trabajo de la Congregación para los Obispos, de la cual es miembro. Este dicasterio vaticano, que se encarga de la selección y propuesta de los nuevos obispos, fue presidido hasta el pasado mes de mayo por el cardenal Robert Francis Prevost, el nuevo papa. Durante su mandato como presidente de la CEE, Omella mantuvo al episcopado a distancia de los fragores del combate político, siguiendo las orientaciones de Francisco.
Estamos ante un pronunciamiento insólito de la Iglesia católica: “Hay que salvar el sistema”
Durante su pontificado de doce años, Francisco pidió a las iglesias locales que se alejasen de los combates políticos de sus respectivos países, que tomasen distancia de las luchas de coyuntura, para centrarse en la labor pastoral y en el mensaje social de la Iglesia. Regreso a las viejas líneas de combate. El movimiento de Argüello parece querer sondear la actitud del nuevo papa al respecto.
En los últimos doce años, el episcopado español se abstuvo de promover movilizaciones de carácter político en España, ante el disgusto de un sector de la derecha española que le reclamaba más combatividad. Muerto Francisco, alguien ha decidido en la calle Añastro de Madrid (sede de la CEE) que es el momento de volver a los tiempos del cardenal Rouco Varela, con mayor ímpetu si cabe. El pronunciamiento episcopal fue rebatido ayer por el ministro de Justicia, Félix Bolaños, interlocutor habitual del Gobierno con la Iglesia católica. Bolaños acusó a la presidencia del episcopado de “mantener una comunión espiritual y política con la extrema derecha”.
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Esta misma semana, el arzobispo Luis Argüello participó junto con el líder de Vox, Santiago Abascal, en la presentación de un libro del filósofo Miguel Quintana Paz en Madrid. En ese acto, Abascal pidió al episcopado que recupere la defensa de la unidad de España como “bien moral de la nación española”, concepto expresamente acuñado durante el mandato de Rouco Varela. A su vez Argüello criticó la “comprensión blandengue de los valores” y animó a defender el concepto “patria”. Uno de los objetivos pastorales del arzobispo Argüello en la diócesis de Valladolid es la reactivación del proceso de beatificación de la reina Isabel la Católica, congelado por la Santa Sede en 1978, cuando el papa Juan Pablo II decidió pedir perdón al pueblo judío por la contribución del catolicismo al antijudaísmo a lo largo de los siglos. (Documento sobre la Shoa, fechado en abril de 1978). El proceso se mantiene paralizado. Argüello no forma parte del colegio cardenalicio.
La crisis política española está ganando voltaje. El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, dijo anoche (hora local española) que hay que poner firmes a España, para que contribuya con un 5% de su PIB al presupuesto de la OTAN. Todos los frentes están en llamas. Solo faltaba la Iglesia católica. Mejor dicho, el presidente de la conferencia episcopal y su creativo portavoz.
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