Miles de conductores han recibido una buena noticia por parte de la DGT: es posible cambiar la etiqueta ambiental de su vehículo tras admitirse errores en la asignación inicial. Este procedimiento beneficia especialmente a vehículos clasificados como etiqueta B, que ahora pueden optar por el distintivo C.
En la etiqueta C se engloban los coche de gasolina a partir de enero 2006 y los de diésel desde septiembre 2015
Miles de conductores han recibido una buena noticia por parte de la DGT: es posible cambiar la etiqueta ambiental de su vehículo tras admitirse errores en la asignación inicial. Este procedimiento beneficia especialmente a vehículos clasificados como etiqueta B, que ahora pueden optar por el distintivo C.
La actualización es relevante, ya que las etiquetas medioambientales son clave para acceder a áreas urbanas con restricciones por contaminación y disfrutar de ventajas en impuestos o estacionamiento.
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En 2016, la DGT comenzó a clasificar a los vehículos según su impacto ambiental, otorgándoles distintivos como B, C, Eco y Cero Emisiones. Esta clasificación se basó en la fecha de matriculación en lugar de las emisiones reales de CO₂ de los automóviles.
Por ejemplo, los vehículos de gasolina matriculados a partir de enero de 2006 y los diésel desde septiembre de 2015 reciben la etiqueta C. Sin embargo, este criterio generó discrepancias, dejando a muchos coches con una categoría errónea, lo que ha obligado a la DGT a reconocer su fallo y permitir actualizaciones.
Para cambiar la etiqueta, el propietario debe realizar un sencillo trámite. El primer paso es solicitar al fabricante del vehículo un certificado de emisiones, disponible en sus concesionarios. Este documento verifica el cumplimiento de las normas Euro correspondientes: Euro 6 para diésel y Euro 4, 5 o 6 para gasolina en el caso de la etiqueta C.
El coste del certificado varía entre 100 y 150 euros. Luego, con este documento en mano, se debe acudir a una Jefatura de Tráfico para actualizar el Registro de Vehículos, pagando una tasa de 8,67 euros.
Aunque este proceso supone un coste que muchos consideran debería ser asumido por la DGT, el beneficio es tangible. Contar con una etiqueta C ofrece ventajas frente a la etiqueta B, como mayor duración de vigencia y acceso preferente a áreas restringidas.
Además, este distintivo asegura un menor impacto ante posibles restricciones futuras en grandes ciudades que buscan reducir las emisiones contaminantes.
Por ello, es recomendable que los conductores verifiquen si su vehículo puede optar por la corrección. La rectificación por parte de la DGT marca un precedente sobre cómo se gestionan las etiquetas medioambientales en España.
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