Barry Jenkins, director de Mufasa: «No necesitamos escuelas privadas ni mucho dinero para crear líderes y buenos ciudadanos»

El cineasta estadounidense dirige ‘Mufasa’, la última entrega de la saga de ‘El rey león’, que acaba de presentar en España Leer El cineasta estadounidense dirige ‘Mufasa’, la última entrega de la saga de ‘El rey león’, que acaba de presentar en España Leer  

Es seguramente El rey león el título de Disney que más se ha prestado a la teoría política desde su estreno en 1994. Y, fiel a ello, ha nacido su precuela 30 años después. Porque, bajo su pretexto infantil y familiar, Mufasa envuelve también lo político. Y, fiel a ello, ha nacido su precuela 30 años después. En su historia, un león huérfano llega a una tierra desconocida y es recibido con desconfianza por buena parte de su población. Y así habla de las migraciones. Un cachorro es criado entre hembras y otro entre machos. Y así habla del patriarcado. Un animal que nace sin nada dominará todo. Y así habla de meritocracia. Podríamos seguir por el racismo, los diferentes tipos de familia…

Debates todos ellos presentes en nuestro tiempos a los que ha ido dando forma, al frente de la nueva entrega de la saga, Barry Jenkins (Miami, 1979) durante tres años y medio. Porque el proyecto se vio retrasado en 2023 por las huelgas de guionistas y finalmente llegará a las salas españolas el 20 de diciembre. Nuevamente la política. «Asumí que Disney vino a mí porque querían a alguien que respetara el legado de estos personajes, pero que le diera mi toque personal», señala quien dirigió Moonlight en su primer viaje a España para presentar su regreso a la gran pantalla desde 2018.

«He vivido mucho, especialmente en los últimos diez años. Ganar el Oscar de la manera en que lo hicimos públicamente con el sobre te pone de moda en cierta manera. Así que no puedo tener miedo de ser yo mismo haciendo esto. Si fuera hace diez años quizás lo hubiera tenido, pero ahora quería algo que fuera muy divertido, he hecho demasiadas cosas oscuras». Aunque Mufasa también lo es. Porque, de nuevo, esto no es solo cine familiar. «Estoy seguro de que en este país hay muchas creencias políticas muy arraigadas de un lado a otro y, sin embargo, todos esos niños ven el mismo programa de televisión o las mismas películas. Y eso se puede extender a nivel mundial. Hay muy pocas cosas que puedan hacer eso, El Rey León es una, como Messi, Mbappé, Jordan, Star Wars o Star Trek».

Y esos niños verán la historia de Mufasa, la que desembocó en El rey león de 1994. Y, al igual, que quienes pasaron la infancia con aquellas verán un león que acabará siendo rey. Y todo lo demás estará en un segundo plano. «Esta película está dominada por un matriarcado y ese fue un yin y yang realmente hermoso con la película de 1994, que es muy patriarcal. Y con esto no digo que todos los hombres criados por mujeres resultan ser buenos». Porque quien se crio entre hembras es Mufasa y quien lo hizo con los machos será Taka -que es evidente en quien acabará convertido-. «Tengo amigos que han sido criados por padres realmente geniales, criados en un cierto patriarcado que los convirtió en muy buenos ciudadanos».

Aquí enfoca Jenkins el debate hacia la dicotomía entre la crianza y la naturaleza. Y, por tanto, hacia la familia. «Mufasa es huérfano y yo a veces me siento como si lo fuera. Para mí, la familia es la que formamos. En la familia que me siento más cercano yo, muchos no son parientes de sangre, sino personas que conocí a través de la creación de arte, a través de un propósito común de cuidar el mundo. Por eso en el debate de naturaleza contra crianza soy un gran fanático de la crianza».

Seguramente porque de ser al contrario, él no estaría aquí. Solo hay que recordar Moonlight, una madre adicta al crack y un padre ausente. Un chaval que trata de salir adelante como puede en un barrio marginal de Miami. Ese es Barry Jenkins. «No estaría aquí contigo si no creyera en el discurso aspiracional viendo cómo crecí. Estamos en un hotel muy elegante, llevo unas botas muy bonitas, nada de esta mierda debería haber pasado en función de dónde nací, no debería haber terminado así».

Y sigue: «Por eso decidimos que Mufasa no tiene que ser solo este gran príncipe, un padre perfecto, bla bla bla. No necesitamos cosas perfectas para crear buenos ciudadanos, no necesitamos el escenario perfecto, escuelas privadas y mucho dinero para crear seres humanos que crezcan para ser líderes. Eso es lo opuesto a lo que necesitamos, en realidad necesitamos más gente que venga de los márgenes, gente que viva la experiencia de la mayoría de los ciudadanos en una cultura de gobierno promedio, gente que solo está tratando de vivir para ganarse la vida. Necesitamos que esas personas utilicen su experiencia en la cima de algunas de estas estructuras, no en la cima misma porque todo debería ser colectivo. Pero necesitamos que estas personas tengan éxito para otras puedan hacer lo mismo. Para que puedan mostrar quiénes somos, ciudadanos dignos que pueden sentarse en un hotel de lujo como este y tener una conversación muy profunda».

Quiere además el destino que el retraso de la película por las huelgas en Hollywood haya hecho que esta vaya a estrenarse casi en paralelo a la llegada a la presidencia de Donald Trump tras su victoria en las elecciones. «Él todavía no es el presidente, y ya lo fue antes, sabemos sus políticas. Desde que empecé a votar ha habido como seis elecciones presidenciales y siempre con cambios. Tengo que ser optimista, el vaso medio lleno y el vaso medio vacío. Entre Moonlight y Mufasa he pasado de Obama a Trump, a Biden y ahora de nuevo a Trump. Y lo único constante es que todos respiramos el mismo aire, pero cada vez más caliente en todas partes. Lo importante para mí es hablar de esta película sin importar quién sea el presidente. Porque cuando comencé esta película, Trump era presidente y luego Joe Biden ganó las elecciones».

También en el dilatado proceso hasta que la película se convirtió en tal, Barry Jenkins vivió la muerte de su madre de forma repentina, sin contar con ella. Aquella madre adicta al crack y luego rehabilitada. «Eso no afectó a la película porque sucedió en el verano de 2023 y en ese momento ya llevaba tres años y medio haciéndola. Lo que hizo fue confirmar que estas dinámicas matriarcales de la película eran muy significativas y muy espirituales», explica el director, que vivió casi como «una terapia» este trabajo. «A menudo he hablado de mis sobrinos que vieron la película de 1994 y que fue la primera vez que tuvieron que lidiar con la idea de perder a sus padres. He estado haciendo esta película en la que estos personajes tienen que lidiar con la idea de perder a las madres. Y, de alguna manera, fue como si hubiera estado en terapia durante tres años antes de que sucediera. Si a mí me ayudó con la experiencia por la que estoy pasando, tal vez alguien la vea y le ayude a experimentarla».

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